Hanal Pixán 2025: Una tradición viva que reunió memoria, aromas y comunidad

Del 30 de octubre al 2 de noviembre, Restaurante Kinich celebró nuevamente el Hanal Pixán, una tradición maya que honra a quienes ya no están con nosotros. La familia Kinich se unió con colaboradores, visitantes y amigos para vivir una experiencia profunda, donde la gastronomía, los rituales y las expresiones culturales se convirtieron en un puente entre el presente y los ancestros.

Este año, se instalaron diversas ofrendas en distintos espacios del restaurante, todas dedicadas a la ceremonia de Hanal Pixán. La ofrenda principal se colocó en la nueva palapa, mientras que otras palapas también fueron transformadas para recibir a las ánimas, con velas, flores, fotografías, frutas e incienso, acompañadas del tradicional mucbipollo, dulces de papaya, cacao y otras preparaciones que forman parte esencial de la ofrenda.



El ritual del Pibinal: la tierra que alimenta y bendice

La celebración comenzó al amanecer del 30 de octubre, cuando en el huerto de Kinich se llevó a cabo la ceremonia ancestral de los pibinales. Con una intención de agradecer a los dioses mayas y a la tierra, se enterraron 260 mazorcas tiernas sobre leña y brasas, cubiertas por hojas de la montaña. Ese acto sagrado permaneció oculto bajo tierra durante dos días, hasta que llegó el momento de destapar el hoyo y liberar una fragancia cálida y ahumada, señal de bendición.


El maíz dorado que emergió del ritual se compartió entre todos: visitantes, colaboradores, familia y amigos. Su sabor ahumado, con notas sutiles de piña y miel, fue acompañado de atole y chile habanero. Cada bocado recordaba la fortaleza de la comunidad y el vínculo que nos une con la tierra y con los dioses mayas.

Así, el pibinal se convirtió en un recordatorio de que honrar nuestras tradiciones es proteger nuestro legado.


Altares que narran la vida

Durante todo noviembre, los altares se mantuvieron encendidos, cuidados con cariño y respeto. Flores coloridas, cruces de madera, velas que iluminaban la noche, jícaras con bebidas rituales y los platillos más tradicionales se colocaron en honor a las ánimas. Cada elemento tenía un significado; cada detalle estaba pensado para recibir y acompañar a quienes regresan a casa por un breve instante.

El mucbipollo tradicionalmente horneado bajo tierra, se convirtió una vez más en el corazón de la ofrenda, mientras los aromas del relleno negro, los dulces de papaya y el balché se mezclaban con el ambiente festivo y espiritual de Kinich. La tradición se vivió no como un recuerdo distante, sino como una práctica comunitaria, viva y compartida.

 Balché: tradición líquida, espíritu ceremonial

El balché también tuvo un papel fundamental en la celebración. Esta bebida ancestral, preparada con corteza del árbol del mismo nombre, miel melipona, canela y anís, fue parte de los rituales y ofrendas que acompañaron todo el mes de Hanal Pixán. Su sabor profundo y su historia milenaria nos recordaron que la gastronomía maya no solo alimenta el cuerpo, sino también el espíritu.


La ceremonia de este Hanal Pixán en Kinich fue más que una experiencia gastronómica: fue un homenaje a la memoria, una oportunidad para compartir y una afirmación de identidad cultural. Quienes nos acompañaron pudieron formar parte de una tradición que sigue latiendo fuerte en Yucatán y que se renueva cada año con la misma devoción.

En Kinich, creemos que la mejor manera de preservar nuestras raíces es celebrarlas juntos. Agradecemos profundamente a todos los que se unieron a esta conmemoración y esperamos volver a encontrarnos el próximo año, cuando nuevamente las velas iluminen el camino de regreso para quienes siempre recordamos.

amanecer en Huerto Kinich, Izamal Yucatán




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